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lunes, 2 de julio de 2007

Las dulceras de Caacupé se sienten abandonadas

Los más tradicionales productores de dulces artesanales, sin duda son los de Caacupé. Actualmente tropiezan con serios obstáculos, porque tienen mucha competencia, principalmente en el departamento Central. “Nosotros somos ignorados por el Gobierno, no podemos acceder a ningún tipo de crédito”, sostuvo Sofía Alfonso de Brítez, una de las antiguas dulceras de la zona.

CAACUPE (Cirilo Ibarra, corresponsal). Los dulces de guayaba, batata y leche, como también las mermeladas y hasta pan dulce de los mismos productos y elaborados artesanalmente, tienen sus orígenes en esta ciudad, según expresó Aparicio Mendieta, poblador de la compañía Cabañas, uno de los pioneros en esta industria, aunque actualmente él se encuentra alejado del trabajo, “por mi edad”, acotó.
Mientras tanto, Sofía Alfonso de Brítez, quien tiene su local hasta hoy frente al mercado municipal (ruta II c/ Alberdi), indicó que quienes sobreviven en este emprendimiento quieren mantener la tradición del consumo del dulce, uno de los productos bien nuestros y de antaño.
Apuntó que lastimosamente el Estado no se percata de cuan importante es el trabajo que desarrollan. “Por ejemplo, aquí nosotros, con una empresa familiar, estamos ofreciendo trabajo a 40 personas. Son 40 familias que seguramente salvan el puchero diario gracias a nuestra producción y no tienen necesidad de salir del país”, enfatizó.

Sin embargo, entiende que esas cosas no tiene en cuenta el Estado. “Nosotros no podemos acceder a ningún tipo de crédito. Yo en mi caso particular, porque ya pasé los 65 años y de nada me sirven los antecedentes de 40 años trabajando con los bancos”, sostuvo.
Agregó que varios otros productores no pueden acceder a prestamos, porque no ofrecen garantías, pues, no tienen ingresos seguros. Explicó que ante esta situación, no habrá alternativa.
“Actualmente la situación no es muy buena y ya que no tenemos ni créditos, seguramente nos veremos obligados a ir cerrando nuestros negocios”, indicó.

Haciendo un poco de historia, Sofía manifestó que la mayoría de los fabricantes de dulces nació por la necesidad de generar empleo para los miembros familiares y actualmente se sostienen gracias a la colaboración de muchas personas, que contribuyeron en el crecimiento, aparte de tener también sus respectivos sustentos.

Paulatinamente logran forjar una imagen sólida y un desarrollo tanto estructuralmente como en su capacidad de producción.
Sofía informó que en su establecimiento el trabajo se realiza con mucha higiene y que sus dulces son sanos. “Algunos eligen los productos más baratos y venden dulces que pueden dañar el estómago, principalmente de los niños. Pero nosotros cuidados todos los detalles, en cuanto a higiene”, subrayó.


Salvan el pan diario

CAACUPE (Corresponsal). Angelina Paredes, una de las vendedoras de dulces que recorren las calles de esta ciudad, asegura que con este trabajo puede obtener el pan diario para su casa. Sin embargo, reconoce que se redujo el mercado, “porque ya no podemos viajar hacia Asunción con estos productos, son demasiados los vendedores en esa zona”, acotó.


Igualmente, señaló que ella, gracias al acompañamiento de su hijo Nelson Alejandro (11 años) puede llevar también una canasta de chipas para ofrecer.

En tanto, Epifania Medina asegura que gracias a esta tarea no piensa abandonar a su familia. “Me sirve todavía para darles de comer a mis hijos y me niego a viajar a España, pese a que ya me insistieron bastante”, subrayó.

Dentro de todo este emprendimiento, se observa gran movilización, pero la más dura tarea le compete a Celso Pereira, poblador de Yhakã Roysã. Está en la cocina, con los tachos de 150 litros y durante horas tiene que revolver, ya sea el dulce de leche, de guayaba o de batata.

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